La abogada trans analiza en este artículo cómo el conjunto de declaraciones transfóbicas que recorrieron redes y medios durante este mes tuvo su correlato judicial y llegó a la violencia física. Las cuestiones biológicas, religiosas, las presuntamente científicas, y las meramente mediáticas. Las implicancias de ciertas declaraciones, los contextos que la producen y qué motiva a los enviados de turno: «La campaña anti trans puede tener excepciones de motivaciones por ignorancia, pero es la minoría. La mayoría está influenciada por discursos anti derechos. Los discursos de odio no son neutros y generan consecuencias en la vida concreta de las personas trans».

Hemos asistido en marzo de 2022 a una embestida de discursos de odio contra el colectivo trans en particular y contra el feminismo en general.

La embestida arrancó el 2 de marzo con un tweet de la diputada Amalia Granatta afirmando: «(…) No solo debe cerrar ya el Ministerio de la Mujer, también tiene que cerrar el INADI y destinar los fondos (producto del esfuerzo de todos los argentinos) a EDUCACION. Con educación no se necesita de estas “Instituciones” inventadas para mantener a la militancia K.”.

Luego se hizo foco en el 8M. La conductora Viviana Canosa -atribuyéndose la representación de las mujeres- lanzó: “Les diría que empiecen por darse un baño, depilarse e ir a laburar. ¡Vayan a laburar! Nosotros laburamos todos los días para mantener las políticas populistas de género de este Gobierno. Por eso, hoy es el ‘Día internacional de la mujer verde’ y no de la mujer. ¡Nos robaron hasta eso!…”.

Posteriormente, en un ida y vuelta con Carmen Barbieri, Amalia Granatta dijo: «En la Legislatura ingresan proyectos para darles más derechos a los trans o porque son trans darles viviendas gratis o pagarles desde el Estado” y “sos trans, no tenés ninguna incapacidad para ir a trabajar”. También recordó que “ante la ley, el hombre y la mujer somos iguales…”. Agregó que “…mientras un niño no coma, no podemos priorizar la hormonización de un trans”. Y añadió “el trans no es una persona incapaz, tiene manos pies, cerebro”, a lo que una de las panelistas le replicó que a las personas trans no les dan trabajo. Sin embargo, lejos de empatizar Amalia respondió “que se pongan a estudiar”, y continuó, “eso es seguir manteniéndolos en la victimización, ustedes mismos están excluyéndolos pensando así».

Esta ensalada derogatoria de derechos de las mujeres y las personas trans originaron una tormenta de denuncias.

Cristina Montserrat Hendrickse, es abogada y docente.

La respuesta no se hizo esperar y Canosa convocó a Granata, su abogado y a Agustín Laje en un derroche de afirmaciones unidimensionales sin ninguna voz que las cuestionara.

Allí Laje dijo que el feminismo «fracasó» mostrando gráficos con estadísticas de la Corte Suprema con aumento de femicidios a partir de 2014. Lo que no dijo es que a partir de 2015 se incorporaron otras categorías: transfemicidios y femicidios indirectos. Para comparar los números sin desinformar a la audiencia debería desagregar las categorías agregadas. En segundo lugar no explicó el nexo causal entre aumento de femicidios y feminismo; bien también se lo podría vincular con nexo causal en su libro y demás discursos de odio en difusión. También recurriendo a las estadísticas, Laje atribuyó mayor número de violaciones a las marchas del 8M, sin reparar que lo que aumentaron fueron las denuncias, sin dar cuenta que el movimiento feminista impulsa el empoderamiento para vencer el miedo a denunciar.

¿Hubieron más violaciones o mayor cantidad de denuncias de violaciones ? Laje sabe que no es lo mismo. Pero confunde. No es un dato menor que este mensaje encubra a otro más perverso, para advertir entre líneas: no se manifiesten si no quieren que las violen más veces.

Como todo programa transfóbico no podía faltar la recurrente referencia al caso de Sergia, que transicionó a los 60 años; según sus compañeros de trabajo (vaya ambientes hostiles si los hay) denunciaron a los medios que era para jubilarse antes. Comunicadores que sustituyen la autopercepción legal por la percepción del entorno laboral jamás hacen referencia a que los varones trans, a diferencia de Sergia, se jubilan 5 años después. Y aquí la ciencia estadística -en la que gusta recostarse Laje- brilla por su ausencia.

Laje habló de un presa trans que «dejó embarazada» a una interna cis. No aclara si fue forzada o no. No habla de las violaciones por varones en cárceles de varones. No habla de gendarmes violadores reiterativos de mujeres en prisión (como el caso de la causa Rivero CSJN, en el cual se anuló el juicio en el que se había absuelto al gendarme acusado de violador porque la víctima no recordaba el número exacto de las veces que se la obligó a practicar sexo oral).

También Laje pretendió atribuir al término “homofobia” –para derogarlo como tal- un carácter patológico, siendo que es un concepto jurídico (Opinión Consultiva 24/2017 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos). Afirmó que con el reconocimiento del derecho a la identidad de género aumenta la cantidad de personas trans. ¿No será que, cuando hay garantías, somos más las que nos animamos a salir del closet?

No podía faltar en este marzo transfóbico Baby Etchecopar con su tweet: “La Peque Pareto dijo que no están en igualdad de condiciones en una competencia con las personas trans. ¿Coinciden con ella?”. Otra embestida contra las trans, obviamente sin referir siquiera el caso “Richards v. United States Tennis Ass’n” en el que la Corte Suprema de Estados Unidos autorizó a la tenista trans Renee Richards a participar en competencia de tenis siendo finalmente derrotada por la mujer cis Martina Navratilova en el US Open de 1977. O el caso de Jessica Millamán, en el cual la justicia de Chubut la autorizó a competir en Hockey femenino. Ni hablar del varón trans Patricio Manuel que en 2018 venció al varón cis mexicano Hugo Aguilar convirtiéndose en el primer pugilista transgénero en ganar una pelea profesional en Estados Unidos.

Mucho menos se trata de recordar lo cuestionable de las categorías deportivas basadas en pretendidas cuestiones biológicas, tal como en el fútbol sudafricano las categorías de blancos, bantúes, hindúes y mulatos; o la pretensión de la Sudáfrica del apartheid de participar en la Copa Africana de 1957 con dos equipos: uno de negros y uno de blancos (ya que Sudáfrica no permitía equipos mixtos). Fracasada la propuesta en la siguiente Conferencia de la FIFA Sudáfrica se ofreció a llevar un equipo de solo blancos para el mundial de Inglaterra 1966 y otro de solo negros para el de México 1970. Sudáfrica fue suspendida por la FIFA.

La campaña anti trans puede tener excepciones de motivaciones por ignorancia (así lo reconoció Carmen Barbieri pidiendo disculpas entre llantos), pero es la minoría. La mayoría está influenciada por discursos anti derechos, como los de Laje, los de Roxana Kraimer (decretando el fin del patriarcado, negando la violencia de género o el techo de cristal), entre otros.

La característica común es no fundarse en dogmas religiosos, sino en conclusiones revestidas de dudosas “verdades científicas” que no terminan de acreditar y siempre despojando a la ciencia de su carácter provisorio, revisable y autocuestionable propio del conocimiento científico, para pasar a atribuirles al mismo cualidades de verdades inmutables, eternas tal como si las conclusiones científicas fueran dogmas religiosos.

La embestida mediática para excluirnos a las trans ha tenido también un correlato judicial. El 4 de marzo María José BINETTI, Graciela Noemí TEJERO, Adriana Valentina CRUZ y Andrea PIUMATTI, todas académicas, iniciaron ante la justicia federal demanda contra el INDEC solicitando que en los formularios censales del 2022 en las respuestas a la pregunta “De acuerdo a la identidad de género se considera…”, 1) Se elimine las categorías mujer y varón; 2) Se sustituya la opción mujer trans por feminidades trans; 3) Se elimine la opción varón trans (quedando como opción la ya existente masculinidades trans).

Todo este clima anti derechos, que en Argentina está en sintonía con las prédicas excluyentes en Europa (grupos “identitarios” xenófobos, grupos anti LGBTIQ, neonazis, neo fascistas, etc.) ha generado un momento más que preocupante, que no es neutro y genera consecuencias en la vida concreta de las personas trans por la mella que hace en su equilibrio psíquico generando, cuando no agravando, cuadros depresivos de base que en muchos casos terminan en suicidios.

Basta recordar el caso de Celene “Nati” Colantonio hallada sin vida en su domicilio de Mina Clavero. En una entrevista Nati había afirmado: “…Aún hay cosas por cambiar, sigue habiendo mucha discriminación en Europa y aquí; me ha pasado que cuando ‘descubren’ que soy trans, porque yo lo cuento, empiezan a tratarme mal. Es algo que hace que todo se te dificulte…”.

Pero no solo el discurso de odio causa daño a la salud psíquica de las personas trans. También se traduce en agresiones o comportamientos violentos. Tal el caso de los policías de la Comisaría 3A del barrio de Balvanera, en Buenos Aires, que, tal como lo señaló el CELS, violando la Ley de Identidad de Género -el 24 de marzo: vaya fecha para causar torturas- alojaron a una persona trans junto a varones, con la previsible consecuencia de abusos sexuales en su contra.

La mujer trans había sido detenida por consumir drogas en el contexto de una ley cuya finalidad, paradójicamente, es la de protegernos la salud.