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La película Las fiestas se estrena este 5 de enero en salas de todo el país. Con dirección de Ignacio Rogers (foto de portada) y las actuaciones de Cecilia Roth, Dolores Fonzi, Maitina De Marco, Daniel Hendler y Ezequiel Díaz, llega rodeada de gran expectativa como expresión de una nueva generación que apuesta por una mirada propia y por el contacto con una gran porción de público que sigue prefiriendo el cine argentino, tantas veces un espejo en el cual descifrarnos. Las fiestas cuenta una historia familiar surcada por los conflictos recurrentes, los afectos a veces sinuosos, y la fugacidad de esos momentos que con el tiempo se convertirán en las joyas de la memoria. Detalles de la trama, las voces y lo extraordinario del cine. Por María del Carmen Varela. (Foto de portada, Lina Etchesuri)

Cada familia es un mundo. Cada una ofrece material más que suficiente para escribir un libro de anécdotas, recuerdos y aventuras. O ¿por qué no? hacer una película.

La actriz Julieta Zylberberg y los actores Esteban Lamothe y Ezequiel Díaz se juntaron en 2010 durante poco más de tres meses con un objetivo tan abierto como concreto: “Hagamos algo”, cuenta Ezequiel, quien estaba recién llegado al país luego de vivir tres años en España. Tres personajes fueron diseñados a partir de la improvisación por parte de este trío creativo y al tiempo convocaron al actor, guionista y director Ignacio Rogers, amigo de Esteban y Julieta, director de El diablo blanco, su ópera prima estrenada en el Bafici, premiada en varios festivales internacionales. Su cortometraje Sábado uno ganó el premio a mejor cortometraje en el 12° Bafici. “Tuvimos un primer guión terminado más o menos en el 2014 –relata Ezequiel– y ahí ya estábamos para filmar. Por alguna cuestión no se pudo y ahí entró en boxes. Cuando conocimos a los productores se reactivó pero… pandemia, el tiempo es largo pero no fue tanto lo que tardamos en armar el guión”.

Ezequiel Díaz, Daniel Hendler y el director Ignacio Rogers, tras esa magia que se sintetiza en palabras como luz, cámara y acción. (Foto: Lina Etchesuri).

Los personajes ligados por el vínculo de la hermandad, la figura de la madre que se alza para dar sabor a la trama y el condimento de la simpatía por las películas navideñas –especialmente de parte de Ezequiel– se  combinaron para dar forma a Las fiestas, película en la que es fácil identificarse con los vaivenes familiares, para bien y para mal ya que, como en casi todas las familias, es misión imposible eludir el conflicto.  

Madre hay una sola

María Paz, la madre, interpretada por Cecilia Roth, invita a sus tres hijos –Luz (Dolores Fonzi), Sergio (Daniel Hendler) y Mali (Ezequiel Díaz)– a pasar las fiestas en la quinta familiar luego de haber sufrido un infarto, con la promesa de que será un buen momento para estar juntxs y pasarla bien. Asegura haber cambiado y que las cosas  ya no serán como antes. Un tanto descreídxs, finalmente aceptan y lo que vemos en el film es ese período que transcurre en un escenario bucólico, tan distinto al de sus cotidianos, en el que no dejan de traslucirse los problemas que vienen arrastrando y la amenaza de dar un portazo para volver a la ciudad está latente en lxs tres personajes. “Muñeca”, interpretada por la actriz Maitina De Marco –madre en la vida real de Ignacio Rogers– es quien cuida la casa campestre y en algunas ocasiones descomprime las tensiones familiares con una secuencia de comentarios que, desde la candidez, provocan la sonrisa cómplice de quien observa la historia.

Hendler, Cecilia Roth, Dolores Fonzi y Ezequiel en su rol de Mali. Lo que muestran y lo que ocultan las familias.

“Es un tema inagotable –afirma  Ignacio– sin embargo hay lugar para hacerlo de formas distintas, al infinito, es un tema que nunca se va a acabar”. Como espectadorxs no contamos con mucha información de cada unx de los personajes y este detalle la hace más atractiva. Cada palabra, cada actitud puede ser un indicio, si prestamos atención. Se respira un clima auténtico, las situaciones que vemos están revestidas de una simpleza que se agradece porque realidad y ficción se hacen amigas. Lo espontáneo, lo que no es premeditado para subrayar con el lápiz de “lo importante”, se tiñe al cabo de un tiempo con el barniz de lo inolvidable. Los mejores recuerdos suelen ser esos momentos random que quedaron atesorados en las ranuras de la memoria.

Ignacio: “Los personajes de los hermanos están transitando sin demasiada conciencia del peso de esos momentos, y María Paz es la única consciente de que todo lo que está sucediendo es una especie de gran despedida o construcción de un gran recuerdo. La película está en un presente, fue totalmente intencional esta idea de estar como espiando a una familia, fue intencional no explicar lo que pasó antes sino conocer a los personajes a través de ese presente que estás viendo”.

Suma Ezequiel: “Tiene que ver con la materia del recuerdo, la película es una acumulación de momentos que terminan siendo un recuerdo en común a toda la familia. Cuando hacés algo como artista siempre tenés la duda de si es muy críptico, si se va a entender o no, si dialoga con alguien más o si es solamente un capricho, cualquiera de las opciones está bien, pero en este caso puntual a mí personalmente me interesaba que hubiese un ida y vuelta y lo que vi es la materia del recuerdo, momentos familiares que te iban dejando una huella y creo que eso parte de algo muy verdadero, de hurgar mucho en el momento, en ese presente, ese mismísimo momento en que lo estábamos viviendo”.

El tablero, las extrovertidas y la trans

Las fiestas tiene, como coinciden Ignacio y Ezequiel, un “elenco soñado”. Ezequiel es muy amigo de Dolores Fonzi, “somos familia”, y le preguntó si quería interpretar el rol de Luz. Dolores conocía el proyecto y aceptó en un segundo. También es amigo de Cecilia Roth por haber hecho teatro juntxs, le hizo llegar el guión y también obtuvo un sí. Agrega Ignacio: “A quien menos conocíamos era a Dani (Hendler) pero a la vez el productor Ezequiel Borovinsky habia trabajado con él hacía poco y pensando en quién hacía de Sergio, rápidamente apareció”.

Daniel Hendler. ¿Hay malos? ¿Hay buenos? (Foto: Lina Etchesuri).

Daniel conoció al niño Ignacio cuando fue a ver la obra de teatro del director Federico León, 1500 metros sobre el nivel de Jack –estrenada en el Teatro del Pueblo en 1999– y  quedó impactado por la historia y su actuación. De Las fiestas, le resultó interesante al leer el guión que se ponía el foco en “la verdad de los personajes y sus situaciones, todo escrito con seguridad y sin concesiones. Pero fue recién cuando vi la película montada que pude percibir la riqueza de la propuesta, el universo de esa familia contado desde una mirada tan íntima y genuina”.

Con respecto a los personajes, Hendler define: “No hay malos o buenos, cada uno hace lo que puede. Terminamos empatizando y entendiendo a cada uno, con sus fortalezas y sus contradicciones. Mi personaje es el más mediador, pero también el que más tapa sus angustias, y por eso se vuelve el catalizador de algunos estallidos. Hay cierta asfixia que provoca la madre en esa presencia omnipresente y a la vez etérea y huidiza; las hermanas, los personajes de Dolores y Ezequiel, tienen más facilidad para extrovertir sus conflictos, pero no por eso logran sacar la cabeza del agua”.

El personaje de Daniel parece ser el que analiza más causas y consecuencias, aunque también veremos cómo el hielo de la superficie se resquebraja y al menos algo comienza a fluir. “Si me pudiera encontrar con Sergio le diría que patee el tablero cuanto antes, que se vaya de viaje un tiempo”, refiere Daniel. “Al personaje lo trabajé en relación a los otros personajes, y a la mirada de los compañeros de elenco y del director. Un personaje no solamente debe definirse en relación a los otros si no que existe gracias a la mirada de los que lo rodean. No lo digo por una cuestión de espíritu comunitario sino porque es la única vía para crear un personaje, a través de una interacción que va más allá de nuestras ideas o ansias de composición. De lo contrario sería como si un grupo de músicos creara sus partituras en soledad y luego pretendiera sonar en conjunto; quizás una melodía se destacaría o resaltaría sobre el el resto, dando la impresión de que es la melodía central, pero eso provocaría que el resto desentone (es decir, que sobreactúe). Cuando nos parece que alguien sobreactúa, siempre tiene que ver con un desajuste grupal; nadie sobreactúa solo. Y en esta película, algo de lo que estoy seguro es que la familia suena bien en conjunto, y que tanto Ignacio, como coguionista y director, y  Ezequiel, como coguionista y coproductor,  estuvieron muy atentos a esa dinámica, para que logremos un microuniverso familiar particular”.

Mali, el personaje de Ezequiel, es una chica trans que trabaja como camarera en un bar, se olvida lo que le piden, se harta, renuncia, luego quiere volver. “Con los personajes trans y las historias gays –reflexiona Ezequiel– por  lo general hay una tragedia y siempre el tema central es esa identidad, todo gira en relación a quiénes son, sobre todo a su condición sexual. Me parecía un gran desafío meterme en esa piel y que fuese un momento más, normalizarlo, que no se detuviera ahí, no queríamos que girase en relación a su identidad de género”.

Ezequiel Díaz, interpretando a una trans: «No todo gira en relación a la identidad de género». (Foto: Lina Etchesuri).

Lo extraordinario del cine

El ámbito cultural se recompone luego de la pandemia y el cine no es la excepción, junto con otras variables que hacen que cueste fortalecer la afluencia de público a las salas de cine. “A nivel público el cine venía bastante mal en términos de películas argentinas, la pandemia fue devastadora en ese sentido y en 2022 remontó. Estuvo Argentina, 1985 y también hubo otras películas más chicas que tuvieron buena cantidad de espectadores”, señala Ignacio.

Ezequiel: “La calidad es extraordinaria, se estuvieron estrenando películas argentinas muy buenas. Durante la pandemia hubo un fenómeno en cine.ar, se estrenaban películas y el primer fin de semana las veían cien mil personas, películas que en los cines las ven 400 personas. La gente quiere ver sus problemáticas y tambien parte de eso, creo yo, tiene que ver con empezar a ver nuevos actores, actrices, nuevxs directorxs, nuevas voces, nuevxs guionistas, que algo de esa ebullición también empiece a impregnar a la industria. En las plataformas las películas más vistas suelen ser las argentinas, sea de la calidad que sea, del mundo que sea, las funciones en los festivales del Bafici, en Mar del Plata, se agotan en dos segundos y eso es un síntoma”.

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