El pesticida atrazina, prohibido en Europa, cuyo principal productor argentino es Syngenta, disruptor hormonal y el tercero más utilizado del país, fue encontrado en la leche de tambos de Villa María, Córdoba, gracias a una investigación de la ingeniera Agrónoma e integrante del CONICET, Noelia Urseler. El trabajo, publicado en la revista científica Science of The Total Environment, convierte además a Urseler en la primera doctora en Ciencias de la Universidad de Villa María. (La foto que ilustra esta nota es de la Universidad, y en el centro se ve a la investigadora en diciembre, en el momento de culminar su doctorado).
Noelia es de Chazón, en el corazón lechero cordobés y el periodista Lucas Viano, en el diario La Voz de Córdoba, reproduce una frase de la investigadora: “El sentido común puede decirnos que (el pesticida) no llega a la leche, porque se aplica en el suelo para limpiar de malezas los cultivos con los que después se cosechará el grano que alimentará a los animales”.
Sin embargo, la atrazina fue encontrada en la leche cruda del 89 por ciento de los 18 tambos estudiados. “Las concentraciones oscilaron entre 2,51 y 20,97 microgramos por litro de leche (μg/L). Dos de los tambos tenían niveles superiores a 20 μg/L, el valor límite fijado para este compuesto por la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU (EPA)” detalla la crónica.
El veneno apareció además en el agua, en la mitad de los 18 tambos. “Las concentraciones variaron de 0,07 y 1,40 μg/L. En cuanto a la aptitud para el consumo humano, el 44,4 por ciento de las muestras de agua superaban el límite de la Unión Europea (0,1 μg/L) para plaguicidas individuales en el agua potable” plantea el medio cordobés.
El caso se hace público porque una científica del Conicet y de la Universidad de Villa María consiguió concretar la investigación, pero funciona además como botón de muestra de lo que sucede en buena parte de los territorios del país sometidos al modelo agroindustrial con lo que eso implica para la salud humana, para el ambiente, y para el proceso de crisis climática que vive el mundo.
¿Qué es la atrazina?
Un dato a considerar: no se sabe quién fue el fabricante de la atrazina encontrada en la leche de los tambos de Villa María, pero el principal productor de la Argentina, según lo reveló la periodista Anabel Pomar en la Agencia Tierra Viva, es la multinacional Syngenta. Se pregunta Anabel: “¿Qué es la atrazina? Es un herbicida disruptor endocrino (químico capaz de dañar nuestras hormonas y afectar negativamente a nuestra salud) que, aun en dosis muy bajas, puede causar defectos de nacimiento y daños reproductivos. También es un posible carcinógeno, con mayor evidencia en cáncer de mama y próstata”.
Syngenta se promociona como amigable con el ambiente para diferenciarse desde el punto de vista del marketing de los cuestionamientos globales a Monsanto (comprada por Bayer), aunque se trata de corporaciones dedicadas a negocios similares. El CEO de Syngenta en el país hasta hace pocos días, Antonio Aracre, se convirtió en el actual jefe de gabinete del gobierno nacional, gracias acaso a que, en este tema y demasiadas veces, no se vislumbran grietas entre las corporaciones económicas y políticas. Los productos de Syngenta con atrazina son Gesaprim 90 y Bicep Pack Gold, aunque se suman a la oferta de este agrotóxico empresas como Atanor e YPF. La atrazina es el tercer veneno en uso en el país, detrás del glifosato y el 2,4D.
La leche derramada
La doctora Urseler declara a La Voz que habría que analizar qué pasa con el veneno luego de someter la leche a la pasteurización. O luego de hervirla. Anuncia también: “Aislamos una bacteria del agua superficial del arroyo Cabral que es capaz de degradar a la atrazina”. En el texto, eso se presenta como “una posible solución”.
Esto abre una polémica interesante: frente a la contaminación del agua, medio ambiente y hasta leche, ¿cuál es la posible solución?
- ¿hay que encontrar paliativos y bacterias que degraden los tóxicos para, eventualmente, seguir fumigando, pero dando la imagen de que se producirán menos efectos? (Debe considerarse que Argentina ya es el país más fumigado del planeta en relación a la población, con más de 500 millones de agrotóxicos anuales que no han dejado de incrementarse demostrando el fracaso del modelo vigente).
- ¿O cabe pensar que la mejor práctica agrícola es dejar de utilizar estos químicos que son negocio para grandes corporaciones, mientras los agricultores quedan cada vez más dependientes de insumos que además están destruyendo suelos, diversidad, agua y salud humana?
La agroecología, la biodinámica, la producción sana, tienen una característica aplicable a este caso: no lloran ante la leche derramada. Están demostrando hace décadas que es posible otro modelo, que además resulta más beneficioso para quienes producen, para quienes consumen, y para que el mundo esté menos enfermo.
Tal vez no se trate de una polémica, sino de otra cosa: saber elegir qué es lo más conveniente para la vida.