El Mariano Acosta alberga más de 2 mil estudiantes porteños: las ventanas, rotas; las puertas que no cierran; el frazadazo en invierno; caída de techos y humedad generalizada; las aulas, al 50% de luz eléctrica. Y lo que no se ve: pasantías precarizadoras, viandas de hambre, falta de presupuesto. En esta nota, las familias muestran las fotos de todo esto.
Tras las tomas estudiantiles, las amenazas, el extraño hombre que cortó la luz del colegio en plena asamblea, la persecución a las familias casa por casa. El rol de la ministra Acuña y del propio Larreta, ambos en carrera electoral, mientras el vicerrector habla de un efecto colateral: la creciente formación de estudiantes en lucha, preparándose para el avance de la derecha.
Entrevista el día de paro docente con movilización a la Jefatura de Gobierno, para evidenciar «el maltrato y el ajuste» a la educación y exigir una «urgente convocatoria a la mesa salarial», entre otras reivindicaciones urgentes.
Por Francisco Pandolfi para lavaca.org
Hoy no es un día más para la comunidad educativa en la Ciudad de Buenos Aires: paro docente con movilización hacia la Jefatura de Gobierno. La convocatoria será desde las 16 en un punto de encuentro simbólico: la intersección de las calles Urquiza y Moreno, en el barrio porteño de Once. Allí se emplaza la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Número 2 «Mariano Acosta», donde el pasado viernes 23 de septiembre se inició la primera toma de colegios secundarios que desembocó en una veintena de establecimientos educativos tomados por sus estudiantes.
El vicerrector del Mariano Acosta se llama Julio Pasquarelli, tiene 50 años y hace 25 que es docente de la institución. Es profesor de psicología, sociología, también de Educación Sexual Integral y lleva adelante talleres de masculinidades. Además es psicólogo, profesión que ejerce en el hospital psiquiátrico Domingo Cabred de Luján. Recibe a lavaca en su departamento de Caballito, en la antesala de este paro que tiene como proclamas generales evidenciar “el maltrato y el ajuste» a la educación y exigir una «urgente convocatoria a la mesa salarial» y que conlleva un origen mucho más allá del viernes en que empezó la toma. «Hace tiempo que estamos en una situación de abandono total, encima si te quejás te tratan de violento y de que los chicos no quieren estudiar. Yo no estoy a favor de la toma, pero sí entiendo que es la única manera de visibilizar lo que de todas las otras maneras no pudimos hacerlo… Nuestros reclamos no son de ahora», arranca Pasquarelli.
¿Qué denunciaron este año al Gobierno de la Ciudad?
Junto con el rector Marcelo Carpintero asumimos en diciembre del año pasado y el primer reclamo que hicimos fue en febrero, cuando un docente abrió una ventana y se le cayó el vidrio al ras de la cara, como si fuera una guillotina. Me di cuenta que todos los vidrios estaban en situación de riesgo porque la madera que los enmarca, de tantos años, comenzó a ceder. Los vidrios se movían, se fracturaban y caían como estacas. Ninguno tenía el laminado de protección que es obligatorio desde la muerte de una de las nietas de Raúl Alfonsín (en 2004 un vidrio le cortó la arteria femoral en el colegio Jesús María, de Recoleta). Personalmente clausuré varias aulas hasta que vinieran a repararlas. Tuve muchísimas reuniones por esto y las respuestas fueron mínimas.
Por otro lado, antes de iniciar el ciclo lectivo las salas de 3, 4 y 5 años estaban llenas de humedad. Tomé las medidas para que pusieran placas antihumedad. Todavía siguen igual. Los chicos tienen alergias. Ahora dicen que vienen en dos semanas a arreglarlo.
En el invierno también protestaron por el frío…
En junio hicimos un frazadazo porque los chicos se descomponían del frío. Pasamos meses en que la empresa de mantenimiento MIG S.A. decía que reparaba la caldera y era mentira. Yo no quiero ser exagerado, pero realmente hacía más frío adentro que afuera.
Además, las puertas no cierran; se caen los techos y las paredes por la humedad; las aulas están al 50 por ciento de falta de luz; se caen las celosías de las ventanas que dan a la calle Moreno. Dicen que no tienen presupuesto, los obreros manifiestan que están sobrepasados, que son muy pocos, que están explotados porque tienen la concesión de 80 escuelas de la Ciudad, entonces solo van a las urgencias, no se hace prevención. En el receso invernal se abrió la escuela para poner las luces faltantes porque no podíamos hacerlo con los chicos adentro y no se terminó por la escasez de personal. Hay un quite absoluto de colaboración en cuanto a infraestructura y mantenimiento. Lo último que nos dijo la empresa es que haría lo mínimo e indispensable, que no iba a pintar ni a revocar, que las paredes se iban a seguir cayendo.
Las fotos que envían a lavaca distintas familias y estudiantes sobre el interior del colegio sustentan estas respuestas. Y con sólo caminar por las calles Urquiza y Moreno, la situación está a la vista: paredes amarillas descascaradas y ventanas sin vidrios. También rejas negras despintadas, desde donde cuelgan resabios de afiches violetas y blancos arrancados. Se alcanzan a leer algunas frases que expresan les alumnes: “Basta de reformas inconsultas”, “Con hambre no se puede estudiar”, “Exigimos que nos escuchen”, “Basta de persecución política”. Estos lemas conforman los argumentos del paro que ya se está llevando a cabo en la Ciudad de Buenos Aires al que convocaron los gremios docentes de Ademys y la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).
La toma comenzó el viernes 23 a la noche y se levantó el lunes 26 al mediodía, por lo que no hubo clases sólo el lunes a la mañana. ¿Qué represalias sufrieron desde ese día?
Las amenazas empezaron antes de la toma. Nos llegó a través de mensajes de whatsapps de nuestros superiores que si había una toma en un nivel escolar ninguno de los otros podía tener clase por más que no estuviese afectado, como un modo de poner a la comunidad educativa en contra. Además, informaron que los padres iban a pagar las horas de clase de los docentes… un delirio. El mismo viernes 23 estaba en la rectoría haciendo el acta de toma y se cortó la luz, pero volvió a los dos minutos. Me dijeron que me estaba buscando una persona de MIG S.A., que la habían llamado porque había un baño roto, pero nadie la había llamado. Intento hablar con la empresa pero no responden. Cuando estoy por irme, porque en una toma sólo pueden quedarse los estudiantes y sus familias, se cortó la luz en toda la escuela. Eran las ocho y pico de la noche. Bajé corriendo al teatro Cortázar donde estaban reunidos cerca de 300 chicos en asamblea. Algunos lloraban, otros tenían ataques de nervios. Los familiares descubrieron a la persona de mantenimiento que dijo venir “a reparar un baño”, pero que tenía una valija con elementos de electricidad. Pasé la noche en la vereda del colegio hasta las 8 del día siguiente. Volví a casa, dormí un par de horas y cuando estoy saliendo nuevamente a la escuela, encontré una amenaza en el parabrisas del auto que decía que me iban a matar. Cuando llegué al colegio me enteré que ya estaban llamando a familias y a estudiantes amenazándolas. Esa mañana la empresa vino a dar luz pero el operario recibió un llamado en el que le ordenaron cortarla otra vez. Ahí llamamos a la Defensoría del Pueblo que vino y lo primero que hizo fue levantar la térmica: “Acá no hay ningún corte”, dijeron. Hoy la Defensoría está querellando a la empresa por ser partícipe de lo que ocurrió, que fue un acto terrorista. Ya pedimos que esa empresa salga de la escuela porque nos sentimos inseguros.
Por si fuera poco esta persecución, tras la toma nos suspendieron todas las actividades educativas. Habíamos previsto una feria de ciencia y nos la bajaron. Tenemos un proyecto llamado Maliman-Huaco, que son dos localidades sanjuaninas donde desde hace 40 años viajamos a un intercambio cultural y aprovechamos para llevar donaciones. Nos lo prohibieron, argumentando que no había plata para el micro. La conseguimos por ex alumnos y nos contestaron que igual no podemos viajar por la toma. Genera mucha angustia el accionar del Gobierno porteño. No estoy acostumbrado a hablar, pero empecé a dar notas porque entendí que es la única manera de resguardarme. Seguimos en una situación de mucha tensión.
¿Cómo tomaron las decisiones y declaraciones de la Ministra de Educación Soledad Acuña y del Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta?
El miércoles pasado la Defensoría del Pueblo convocó a Acuña a una reunión para mediar y no fue, contestó que no tenía por qué asistir. Eso fue lo último que supimos de parte del Gobierno porteño. Siguieron llegándole a las familias telegramas en los que se les intima a pagar más de un millón de pesos por día de toma. Eso es ilegal, va en contra del derecho a la manifestación. El Centro de Estudiantes tiene una ley que resguarda su potestad a tomar medidas siempre y cuando hayan sido votadas por la mayoría y en este caso un 97% de estudiantes se pronunció a favor. Le siguen tocando el timbre a las familias individualmente para dividirlas. Lo hacen casa por casa, a la madrugada, para que la gente tenga miedo y en lugar de agruparse, se disperse. Por eso es tan importante generar grupalidad.
El Mariano Acosta alberga más de 2 mil estudiantes, en turno mañana y tarde, en cuatro niveles educativos. En el jardín 100, en la primaria 900, en la secundaria 750 y en el terciario 300. Una de esas alumnas que estudia en el profesorado, a poquísimas materias de recibirse de maestra, saca de su mochila el sanguche que le dieron como vianda: solo tiene un par de fetas de queso. “Antes traía jamón pero ya no. Viene eso con una barrita de cereal, nada más”. Julio completa: “Además de que muchos días no alcanzan las que recibimos, el valor nutricional es bajo. La barra de cereal es pura azúcar”.
En las aulas del colegio que en 2024 cumplirá 150 años (fue inaugurado el 16 de junio de 1874) hay 350 docentes. Sobre su situación profundiza Pasquarelli: “No se habla de nuestra salud. Se instala que faltamos, pero no de las consecuencias: las condiciones paupérrimas y denigrantes en que laburamos. Hoy la mayoría de los docentes sufre burnout, un estado de estrés, de hipersensibilización. En un momento mundial muy complejo, saliendo de una pandemia, en vez de contención recibimos agresiones”.
¿Por qué el gobierno porteño obra de esta manera?
Porque cree que la educación es un gasto y no una inversión. Por eso decide que los estudiantes hagan pasantías en empresas, para ayudarlas con mano de obra gratis. Hay un ataque sistemático a la educación, a la formación y a la cultura y así se empieza a construir la ignorancia del pueblo, una intencionalidad de analfabetizar intelectualmente a la gente para dominarla. Las familias dejan de anotar a sus hijos en escuelas públicas por la criminalización de presentarla como algo donde caés, cuando lo que realmente buscan es que se caiga. La matrícula baja porque las familias pierden el presentismo en sus trabajos si no pueden llevar a sus pibes a los colegios porque hay paro. Ahí es cuando muchos piensan como alternativa la enseñanza privada. No quiero caer en la dicotomía de lo público bueno y lo privado malo, todos tienen que elegir, el tema es cuando las condiciones no son iguales. Quieren que la escuela pública se caiga gradualmente porque hay un gran negocio: cada vez se crean más escuelas privadas, con cuotas más bajas. El Mariano Acosta no excede a esto; les encantarían privatizarlo, lo arreglarían maravillosamente, pero saben que no podrán”.
En el frente de la escuela, a cada costado de la bandera argentina, flamean la bandera de la diversidad y la whipala. “Esto es lo que no se banca el ministerio”, afirma Pasquarelli, entre libros, discos y cuadros, sentado en el sillón de su hogar. Cuenta que nunca militó partidariamente y que hace “poquito” se agremió al sindicato de Salud Pública y a UTE. Y cuenta también que no tiene miedo, pero “sí mucha bronca e impotencia por los discursos de odio instalados con mayor fuerza”. Subraya: “Cada vez que llego a casa no sé si se cayó un vidrio o un techo. Necesito que la sociedad nos escuche, decirles que no somos enemigos, que la escuela pública busca generar pensamiento crítico, no adoctrinamiento”.
¿Qué avizorás de lo que se viene?
La derecha viene golpeando de distintos lugares y especula con el desgaste; no buscan un cambio de un día para el otro, pero sí tienen claro el objetivo final, entonces van como la gota que socava la piedra. Lo que seguro avizoro es un futuro de lucha, con estudiantes formados. Lo que está pasando ahora genera que las y los alumnos se den cuenta la importancia de estudiar, porque deben salir a hablar y no pueden decir cualquier boludez; entonces se preocupan, se ocupan, se reúnen, leen, debaten con contenido. Es un efecto colateral que está sucediendo y es esperanzador que así sea.