Son más de 200 en todo el país y comparten la curiosidad cualidad de estar impulsadas por periodistas que estan orgullosos de lo que escriben con total libertad.
Publicada en Mu, el periódico de lavaca
“La cultura no es una mercancía. Las revistas culturales tampoco”. Con esta definición se presenta la Asociación de Revistas Culturales Independientes, un espacio que comenzó a trabajar para coordinar los esfuerzos de las más de 200 revistas culturales que se editan en el país. “No pretendo hablar en representación de nadie, ni siquiera de quienes me acompañan en la comisión directiva, porque sé que la primera tarea de esta Asociación es esa: construir representación”, aclara Claudia Acuña, integrante de lavaca y presidenta de la Asociación. “Nuestro objetivo tiene plazos y ejes concretos. El primero es lograr que en un año se cree un espacio de intercambio y colaboración capaz de aunar a las publicaciones independientes de todo el país. Y en ese contexto federal y diverso, se elijan las autoridades que el sector crea que mejor las pueda representar”. Los otros ejes que enuncia Acuña:
- Debatir la identidad del sector: “Todos los periodistas que hacemos estas revistas somos profesionales. Todos también estamos muy orgullosos de nuestras publicaciones y podemos afirmar que sus contenidos son producto de nuestras convicciones. No sé cuántos periodistas pueden decir lo mismo. Tenemos que estar orgullosos además de haber construido estas condiciones de plena libertad en forma autogestiva. Sin embargo, en el imaginario de muchos estudiantes, académicos y colegas esto es solo un plan B. Es decir, la opción que queda porque no hay lugar para escribir libremente en la prensa comercial. Y no es así: estos son espacios de resistencia cultural. Y para nosotros eso es algo prioritario.”
- Debatir la relación con el Estado: “La primera vez que participé de la organización de las revistas culturales fue en tiempos del gobierno de la Alianza. Mantuvimos una reunión con el secretario de Ingresos Públicos del gabinete de Domingo Cavallo para resistir la imposición del IVA a las publicaciones periódicas. Nos dijo, como introducción: ‘Para mi no hay diferencia entre un zapato y una revista cultural’. Nuestra respuesta fue: ´Lamentamos mucho que tengamos que padecer su ignorancia´. Logramos, en aquel momento, un empate porque las revistas comerciales, lideradas por los monopolios, querían usar el IVA como forma de descargar los débitos fiscales que acumulaban por sus otros negocios. En lugar del 21%, se nos aplicó el 10,5%. Esa política fiscal, creada por el padre del ajuste y el desguace del Estado a medida de las corporaciones, es la que sigue vigente hoy para el sector. Es hora entonces, de que le demandemos al Estado políticas claras que protejan la producción independiente. Y que esto no dependa de la mayor o menor disposición para escuchar al sector que tenga un determinado funcionario, sino de una legislación que garantice reglas de juego democráticas. Es hora de una ley de aliento y protección integral de las industrias culturales. Eso es lo que les proponemos a las revistas debatir en este espacio”
- Debatir la relación con el mercado: “Cómo vamos a hacer para vencer las barreras que le impiden a nuestras publicaciones circular hasta encontrarse con los lectores, que son los verdaderos sostenes de nuestras revistas. Cómo encontrar nuevas formas de relación que no sean meramente comerciales, sino redes de colaboración”.
Recursos y estrategias
La presentación en sociedad de la Asociación de Revistas Culturales Independientes se hizo en el marco de MICA, la primera feria de negocios de la industria cultural argentina, organizada por la Subsecretaria de Industrias Culturales de la Nación. “Nos encontramos ahí con una sorpresa: por primera vez el Estado puso sus recursos para armar una ronda de negocios al servicio de los actores culturales independientes. Libreros de pequeñas ciudades o provincias lejanas de los circuitos de concentración de recursos pudieron sentarse a charlar, mano a mano, con pequeños editores independientes. Ahora habrá que estar atentos para cuidar que, ante el éxito de participación que tuvo esta edición, no se apoderen del espacio los depredadores de siempre”, advierte Acuña.
Cuenta, también, que en la ronda de negocios conoció al responsable de la cadena de librerías más importante de Barcelona. “Lo primero que hice fue preguntarle cómo impactó el movimiento del 15M en la producción cultural. Y su respuesta fue. ‘Sabemos que ya nada será como hasta ahora y lo que tenemos es miedo. ¿Cómo hacemos para hacer cultura sin Estado y sin mercado?’. Le respondí: ‘Como hacemos nosotros: con la gente’. Ahí mismo nos propuso organizar una muestra de revistas culturales en España para abrir un espacio que nos permita conversar sobre estos temas”.
En la presentación, hablaron los integrantes de la comisión. Ingrid Beck, directora de la revista Barcelona, definió la intención de la Asociación sin eufemismos:
“Estamos acá para demandar respuestas y crear condiciones de trabajo en común. Si no, estaríamos perdiendo nuestro tiempo, que es muy escaso porque editar una revista en forma independiente es un trabajo a tiempo completo”. Luego fue el turno de Hernán Guerschuny, de la revista Haciendo Cine, quien resumió el espíritu del sector con un ejemplo concreto: “En estos 16 años de editar nuestra revista hemos tenido que enfrentar todo tipo de coyunturas políticas y económicas, sin embargo nunca estuvo en duda la continuidad de nuestra publicación. Si hay menos recursos, pensamos: la hacemos a dos colores. Y si no hay, pensamos: la hacemos en papel higiénico.
Pero jamás está instalada en nuestra cabeza la posibilidad de no hacer la revista. Eso es algo que ninguna publicación comercial puede decir porque su interés es meramente económico”.
Alejandro Sierra, de la revista THC, resaltó lo que representa para una publicación ser parte de un movimiento que interpela al Estado y al poder político. “Nuestro compromiso es con esa construcción y a nuestra revista la entendemos como una herramienta. Esto no es un atributo exclusivo de nuestra publicación: todas las revistas culturales somos parte de la defensa de nuestros derechos”. Marlene Wayar, de la revista El Teje confirma esta condición.
“Nuestra publicación representa una manera de construir la historia y el presente de una identidad que está en el agujero más negro de esta sociedad. No solo invisibilizada, sino condenada a la humillación que representa que el destino del 80% de nuestras compañeras sean la explotación sexual. Entendemos esta publicación como una forma de recuperar la dignidad, la voz propia”. Marlene comparte entonces un ejemplo para dar idea de lo difícil de esta tarea: “Para poder pagar la imprenta contábamos con el apoyo del Centro Cultural de España en Buenos Aires. Pero su administración cambió y cambiaron también las sensibilidades hacia este tipo de temas. Nos dimos cuenta cuando recibimos un aviso ilustrado con una muñeca inflable, justo a nosotras que estamos luchando contra ese tipo de estigmatizaciones. Ahí nos pusimos a pensar cómo respondíamos. Y decimos plantearles lo siguiente: ‘le vamos a publicar el aviso, pero al lado y con el mismo espacio, vamos a publicar la foto de una mujer originaria atravesada con una bandera espa- ñola cubierta de sangre. Así fue como decidieron retirarnos el apoyo”.
Diego Gassi, director de la revista Dale y el portal rock.com.ar aludió a su propio ejemplo para resaltar cómo el trabajo en común le permitió encontrar apoyo y contención para editar la revista en papel. “Después de varios años de experiencia online, habiendo logrado consolidar lo que hoy es el portal más importante de la temática, decidimos sacar la revista. Y nuestro apoyo fue la experiencia de otras publicaciones que nos ofrecieron datos, nos advirtieron problemas y compartieron recursos que, sin ser económicos, son estratégicos para poder hacer lo mejor posible lo que uno quiere. Ese es el espíritu que queremos tener en esta Asociación”.
Por último, Acuña presentó al integrante ausente: Leandro González, editor de la revista Ají y residente en Ushuaia. “Quisimos que en el culo del mundo esté nuestro responsable de comunicación. Si logramos que él se entere de todo lo que hacemos y que participe de todas las decisiones es porque logramos hacer que la información no quede atrapada por el egocentrismo porteño”.