Las revistas culturales independientes siempre tuvimos que multiplicar las formas de llegar a nuestrxs lectorxs. Miguel fue un aliado histórico en esa búsqueda y en el contexto día a día, cara a cara con nuestros principales cómplices: los canillitas. Como distribuidor, supo cuidar a las revistas independientes para que sean exhibidas en los kioskos al igual que los monopolios, haciendo que llegue a cientos de kioskos de Capital y Gran Buenos Aires. La triste noticia es que se murió el motor de la Distribuidora Sin fin. Vaya nuestro homenaje para este hombre que mostró que otros recorridos, sin mezquindades ni mala leche, son posibles y necesarios. Apostamos a que esa construcción que tanto hace por la cultura y la comunicación independiente siga adelante. Nuestro agradecimiento es como el nombre que le puso a ese esfuerzo: sin fin.