Barby Guamán, actriz, dramaturga y directora de teatro. Es la primera directora trans contratada por el Teatro Nacional Cervantes, pero a ella no le gusta alardear de eso: “Debieran ser muchas más”. Allí dirigió una obra de la serie Teoría King Kong, travistiendo el mítico texto de Virgine Despentes, interpretado por Susy Shock. El resultado, a sala llena todas las funciones. Secretos tucumanos de una india negra, pobre y sudaka que encarna otro anti-modelo sobre cómo cumplir los sueños más inesperados. Por María del Carmen Varela.
«Ya me vuelvo a Tucumán, allá me espera mi mamá, tiene 78 años, ha sido mucama toda su vida, me ha abrazado y ha hecho de mí esto que ven ahora. Yo estoy inmensamente agradecida porque soy una trava de la orilla, de la villa, soy pobre, pero he podido lograr mis sueños. Siento que ser negra, india y sudaka, no te puede impedir nada. Porque somos travas y dios es una travesti”.
Eufórica y radiante, Barby Guamán se despidió en la Biblioteca Nacional de la ciudad de Buenos Aires de un público que agotó la demanda de sillas para presenciar Chica King Kong, obra en la que dirigió a la artista Susy Shock. Con producción del Teatro Nacional Cervantes, Teoría King Kong, el clásico escrito por Virginie Despentes, publicado en 2006, fue el lienzo para cortar retazos de textos e hilvanar un ramillete de obras de teatro, cada una con la interpretación de una actriz diferente que elegía su directora. “La Susy me dio la oportunidad de que yo la dirija”, cuenta la actriz, bailarina, dramaturga y directora Barby Guamán, que conoció a Susy hace más de diez años en un festival organizado por la Biblioteca Crisálida de Tucumán. Ahí, en la misma provincia donde vivía la abuela de Susy, germinó la amistad. Y ambas recuerdan a esa abuela Rosa, la ideóloga de la frase que ya es un mini-manifiesto, poesía y tatuaje: “Buena vida y poca vergüenza”. Un sello que es la respuesta a la intriga de Susy acerca del secreto para lucir, como Barby, siempre guapa.
A otra cosa, mariposa
-Susy, es un montón. ¿No te conviene hacerlo con otra directora?
-No.
-Bueno, vamos entonces.
Así fue que Barby apretó el acelerador para dar forma al texto parido por Despentes, interpretado por Susy, de una forma que no podía ser otra: lo travistieron.
Comenzaron reuniéndose en sala virtual para resaltar y tachar, analizar y resignificar y el resultado de ponerle por encima la lupa de la vivencia trava es exultante y conmovedor. Luego, hubo cinco ensayos y seis funciones agotadas al poco tiempo de publicarse el link de este evento teatral que hace historia. ¿Qué sucede cuando una artista travesti es dirigida por una artista travesti? La respuesta es un huracán, un vendaval, porque todo cambio rotundo en la atmósfera produce un fenómeno. En algunos pasajes del monólogo, se escuchan gotas que caen, incuestionables, persistentes. Más adelante, una tormenta se desata. No nos moja, pero arrasa con todo lo que ya es tiempo de dejar atrás y cada espectador decidirá si permanece sin salpicarse o se deja llevar por ese caudal incontenible.
El agua significa mucho para Barby. Su abuela, Doña Máxima, lavaba la modesta casa de piso de tierra y dejaba la mugre a un costado hasta que su hogar quedaba reluciente. En un fuentón que ponía al fuego, colocaba los trapos sucios con dos cucharadas de ceniza y al cabo de unos minutos salían blancos y brillantes para el asombro de un par de ojitos curiosos. También se encargaba de detener los ríos de agua salada que corrían por esas mejillas. El conjuro de Doña Máxima constaba de cuatro palabras: “A otra cosa, mariposa”. Hoy, Barby entiende que no era la repetición de una frase hecha, sino que la abuela presentía el misterio de su esencia.
Travajando
Ya de chiquita iba más rápido que los demás: recuerda cuando en el jardín de infantes tomó una tiza y escribió en el pizarrón “Hoy es un día nublado”. Poco más tarde, después de tomarle un examen, decidieron que pasara directamente a primer grado porque ya sabía leer, escribir, sumar y restar. Conserva una foto: “Todos mis compañeros de primer grado con delantal blanco y yo de delantal cuadrillé, como la diferente. Empecé siendo distinta de muy pequeña”.
Pasó un tiempo hasta que su madre —“la Lolita”— pudo comprarle el guardapolvo blanco. “Su hijo se viste de mujer en la Plaza Independencia”, le avisó con malicia una vecina. “Mi madre se sintió culpable de muchas cosas, era muy dificil para ella y después se fue aggiornando a esa realidad. Ahora hasta tiene el pañuelo verde atado en la cama”, nos dice Barby.
La joven Barby había decidido ser doctora. “Era la única trava en la Facultad de Medicina. Estuve un año y medio, no me hablaban. Me iba a fumar y me dejaban papelitos diciéndome: sos hermosa, te espero en el cambio de hora en el baño y yo siempre pensé: ¿qué iba a pasar si yo iba? Porque lo que menos esperaba es que haya un tipo que quisiera curtir conmigo, yo esperaba llegar y que me maten a golpes”. Cuando hizo el ingreso a Medicina conoció a Walter Viltre, un artista plástico que se enamoró de Barby al verla hacer una performance en un boliche donde trabajaba como bailarina. “Él, varón heterosexual, nunca había estado con una trava”. Vivieron un corto romance y él la alentó a inscribirse en la carrera de danza contemporánea en la Universidad Nacional de Tucumán. Pero al poco tiempo los profesores la expulsaron por considerarla “un elemento discordante para la danza”. Se fue a estudiar teatro.
“Ahí me trataron mejor, los docentes entendieron que mi nombre era Barby, ‘la Barby’. Me empezó a salir mucho laburo y me fui a trabajar porque necesitaba plata; no me pude recibir y en el medio me han pasado cosas que tienen que ver con la pobreza, con no tener plata para comprar los apuntes, iba al ciber para poder estudiar. Una amiga, ‘La Lolita’, que trabajaba de mucama en cinco lugares, era la que me arengaba para que estudie”.
Barby es maquilladora profesional, diseñadora de indumentaria —le dieron una beca en el Instituto Piazza luego de quedar deslumbrades al ver su obra Imperfecciones mortíferas de deseos obscenos— y también diseñó y confeccionó vestidos de novia con una máquina de coser que compró gracias a un subsidio sumado a un dinero que tenía ahorrado. Hizo cursos de diseño de luces para fotografía en pasarela, montaje de espectáculos, escenografía y conoce los oficios de sonidista e iluminadora a fuerza de voluntad y práctica.
“Cuando terminó Chica King Kong dije que era pobre pero no porque quiera hacerme la víctima, tampoco creo que la meritocracia sea algo real. Esto es algo que no sucede tan cotidianamente para nosotras, entonces está bueno saber que te valoran no por pobre o trava, sino por tu arte”, se emociona Barby. “Para mí es un sueño hacer teatro”.
Cambiarse en el taxi
Barby vive con su madre en un Jacal, una construcción precaria, en San Miguel de Tucumán. Allí arma y desarma el taller de costura que montó gracias a ahorros propios, maternos y la tarjeta de un amigo.
Hace casi un año y gracias a (lucha por) la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans trabaja en la Región NOA del Instituto Nacional del Teatro como asistente técnica administrativa. “Nunca había tenido un trabajo estable. Cuando cobré mi primer sueldo pensé: va a ser la primera vez que no estoy corriendo porque me falta plata para algo. Y cuando me pagaron el aguinaldo no podía creer que estuviera sucediendo realmente. ¡Y cuando me dieron la canasta navideña!”.
Barby continúa con su trabajo como depiladora masculina los sábados en el gabinete que le presta un amigo peluquero, oficio que le enseñó su amiga “la Mary”, y que le dio de comer durante la pandemia. Sigue diseñando y cosiendo ropa: “Cuando termine la entrevista me voy a Once a ver telas”, avisa.
También es conductora de eventos: el último que realizó fue para el Poder Judicial de Santiago del Estero y en Tucumán condujo un festival de Ballroom. “Una competencia de maricas, una movida impresionante. Me llamaron como jurado y después me ofrecieron la conducción. Para los shows me cambiaba en los taxis, me maquillaba y me iba a otro lugar para conducir otro evento”. Y por supuesto que Barby continúa su derrotero teatral: “Tengo una amiga, ‘la Diega’, que dice que me tengo que desacostumbrar a ser pobre y para mí es muy dificil. Yo sigo trabajando todo lo que hacÍa antes más este laburo. ‘La Lola’ no quiere que trabaje tanto: quiere que disfrute”.
Permanecer o transcurrir
Las obras de Barby tienen la particularidad de ser itinerantes; utiliza casas como escenarios y combina el teatro y la danza.
Imperfectas estuvo cuatro años en cartelera y es la obra que la hizo conocida. También en la casa de una vecina sucedió Imperfecciones mortíferas de deseos obscenos, en la que un pescador se enamora de una sirena y cuando su pareja se entera, la va a pescar y la mantiene cautiva en una bañera. “Generaba mucho suspenso el montaje del espectáculo —recuerda Barby— y era raro en Tucumán que se vea danza, que te causara miedo, que haya todo un recorrido itinerante por una casa que era maravillosa. Lo primero que se veía en la puesta era la muerte de la sirena, cómo entra a la casa, la mata y después desglosaba porque había pasado todo eso. Tenía el tenor de la composición de ese cine antiguo donde se ve el asesinato. A sala llena todo el tiempo, fueron muchos años de trabajo”.
La obra Preludio de una mariposa negra cuenta la historia de un hombre que se enamora de una travesti en la década del 80. “Empieza con una fiesta donde el público se divierte, come, chupa, van pasando por ciertos lugares donde se cuentan distintas historias”. Una conversación acerca del enamoramiento —que mantuvo con un amante que la visita desde hace más de diez años en la clandestinidad que requiere su condición de “hombre de familia”— está inserta en la obra: “Para mí el amor que te tengo es todo lo que sucede, llegar, darnos un beso, decirnos cosas, hablar, todo eso es amor; está muy ligado a mi cuerpo y a mi placer, me dijo. El amor para él no es eterno, es rotativo y son instantes. Creemos que el amor es permanecer y, en realidad, es transcurrir”.
Revolución trava
Hace algunos años Barby atesora una joya: transcribe conversaciones que sostiene con chongos y amantes, describe situaciones desopilantes de su vida y promete que esa recopilación algún día será libro. Mientras, en Facebook, en Diario de una travesti se pueden leer textos que exhiben un “léxico tucumano básico y villero”, criticado por una académica que lo clasificó como un retroceso cultural y a quien Barby se dio el gusto de ubicar con exquisita altura. Va un pequeño ejemplo: “Querido diario: Todo lo año se juntamos con mi amiga la dori a resale al albolito de navida desde el 8 de diciembre al 24 mismo a la nochi. Se juntamos y tomamos 6 cerveza norte y pronunciamo un mantra sanador: albolito albolito traeme un chonguito”. Más adelante: “¿Te ha puesto a pensa diario si en la pesebre hubiera nacido una niñita diosa trava? ¿o si la primera en pisa la luna hubiera sido una trava? O si llegara el día que una trava sea presidenta de la nación? O si rosan la del titani hubiera sido una trava te aseguro que el jack no se moría!!”.
Con Diario de una travesti, Barby expresa y realza la voz trava. “Yo apoyo al movimiento feminista, lo agradezco, despeja, dudas y abre caminos. También siento que en algún momento la revolución tiene que ser trava, tiene que pasar. Voy creando desde mi pequeño lugar esa mini revolución. Cuando se descubre la voz trava yo empiezo a asumir que mi cuerpo es político, mi ser es político, mi travestidad es politica. Yo me empodero de eso y sigo escribiendo Diario de una travesti porque considero que un cuerpo trava no es pensado ni culturalmente, folclóricamente menos, históricamente nada. Nunca se pensaría que una trava haga toda esta gestión política en su mente para poder construir una dramaturgia que tiene que ver con ella misma”. ¿Cómo imaginar el futuro trava? “Cuando veas travas trabajando de todo, de tacheras, colectiveras, vendedoras de panchos, lo que sea, entonces vamos a vivir en una realidad plural. Nosotras las travas hemos estado de putas en la calle y esa era nuestra única forma de sobrevivir, porque no había otra posibilidad. Nos sacan de nuestras familias, no tenemos educación, no nos abrazan. Yo he tenido suerte por mi vieja. Siento que por sobre cualquier situación deberían privilegiarnos. Las travas tenemos que ocupar esos espacios”.
Barby conserva en su documento de identidad el nombre de varón que le puso su madre. “¿De repente hay una varita mágina que me convierte en mujer? Si yo digo que soy una mujer, a la mierda la historia trava. No quiero negar a ese niño que fui. Si no hubiera sido ese niño no sería la trava que soy hoy. Para poder ser esto he tenido que atravesar todos estos momentos, entonces decidí sostener políticamente eso hasta que esté la posibilidad de que una diga: yo soy una trava. Poneme trava en el documento y si no sabés qué significa, buscalo en el diccionario”.
A propósito de las palabras y sus representaciones, Barby relata que tenía un ex alumno que le enojaba que se lo calificara como “machirulo”. “Yo le dije: a nosotras nos han llamado trava, puta, rastrera, perra, negra, asquerosa, travesaño, trabuco, transformer, y a vos te molesta que te digan machirulo. ¡Pero bancatelá! Sí, esa construcción que tenés en tu mente es de machirulo. Estás saliendo con una trava y estás viviendo paralelamente tu vida heterosexual con tu mujer y tus hijos. ¿Por qué ella no sabe? Tiene derecho a saber pero tu machirulez lo único que aborda es tu propio placer corporal. Ellos asumen su masculinidad desde una posición política y toda la sistematización folclórica y cultural hace que sientan que es verdad todo eso y tengan la dicha de decirnos que somos feas, gordas, chuecas. Nosotras no estamos acostumbradas a decirles tu pene es chico, tenés mal aliento, tenés pelos en las orejas. Nosotras somos gauchitas: somos muy generosas. Yo he dejado de serlo, en algunos momentos”.
Así, Barby va recolectando todo lo que puede ser útil a su patrimonio creativo. Está escribiendo su nueva obra, Selva negra la cual define como “una historia entre las travas y las tortas”.
Y a otra cosa, mariposa.