Organizaciones y asambleas de dieciocho países realizaron este viernes masivas protestas en contra de la mega explotación marítima por parte de multinacionales petroleras. En Argentina, la ciudad de Mar del Plata está en guardia contra la instalación de tres plataformas off shore de capitales noruegos que, según advierten, podrían causar un desastre ambiental sin precedentes.
Por Facundo Lo Duca
El Oceanazo, en La Feliz, comenzó con una masiva convocatoria. Desde agrupaciones políticas hasta activistas independientes se reunieron en la tradicional Rambla de los Lobos, uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, para marchar en defensa del mar. “En diferentes partes del mundo ya se llevaron a cabo diferentes acciones: todos los derrames que se dieron en las últimas semanas en la región hicieron que la gente tomara conciencia”, explica a lavaca Jazmín Safi, una de las integrantes de la Asamblea Por Un Mar Libre de Petroleras, una de las organizaciones en estado de alerta luego del anuncio de la autorización del Gobierno a la empresa noruega Equinor a realizar exploraciones sísmicas a 160 millas de las costas.
La Asamblea comenzó su organización en junio de 2020 y lo que venían alertando se hizo realidad ante la resolución 436/2021, firmada el 30 de diciembre pasado por el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié. Las acciones se multiplicaron. La organización es abierta y libre. El mar, lo dicen las remeras de sus integrantes, las pancartas y las intervenciones en puentes y playas de La Feliz, también debe serlo. En los primeros días de enero eran unas quince personas que asistieron de forma espontánea para organizar el Oceanazo, la marcha global en la que participaron más de veinte países que protestaron de forma simultánea contra la explotación marítima por parte de las empresas petroleras.
Equinor es una empresa petrolera que, desde el 2020, y en apoyo con el Gobierno nacional, pretende instalar tres bases operacionales de extracción off shore frente a las costas marplatenses. Estos complejos procesos industriales, apuntan diferentes especialistas ambientales, traerá consecuencias nocivas e irreparables para el mar argentino.
Desde entonces, la Asamblea permanece en guardia. Las voces se multiplicaron, y así fueron surgiendo diversas ideas. “Yo puedo construir una torre a escala de petróleo con un barril que derrame pintura negra”, propuso alguien. “Nosotros tocamos murga uruguaya. Queremos estar”, se sumó otra persona. “Yo estoy en un grupo de bicicleteros y vamos a pedalear durante toda la marcha”.
Cuenta Safi, de la asamblea: “Hay un despliegue muy importante, como también un empoderamiento de las asambleas ambientales a partir de otras luchas extractivistas, como fue el caso de la minería en Chubut”. Allí, frente a una Ley pro minera apoyada por el gobierno nacional, el gobierno provincial, el aparato judicial y el policial, por el sistema mediático y el lobby de las corporaciones, la sociedad ganó las calles y logró lo impensable: que la misma Legislatura que aprobó esa Ley la derogase una semana después. La lucha está contada en MU.
Como explica Safi, los diversos derrames que ocurrieron en la región generaron nuevas alarmas. El 15 de enero en Lima, Perú, un buque de petróleo de la empresa española Repsol derramó una importante cantidad de crudo en las costas donde se explota la refinería. Según cifras oficiales del Ministerio de Ambiente peruano, el petróleo vertido en las costas se extiende por más de siete millones de metros cuadrados de mar. El agua tóxica perjudicó, además, orillas y franjas de veinticuatro playas. Este viernes se sumó además la noticia de la explosión de un buque petrolero frente a las costas de Nigeria. Aún no había constancia de la cantidad de víctimas como tampoco del daño ambiental que causó.
Safi agrega: “Hay formas de extracción dentro del plan de Equinor que implican el traslado del crudo. Esto podría ocasionar un potencial daño a nuestras costas y su ecosistema”.
Mario Benavides tiene 54 años y se encuentra vacacionando en La Feliz. Dejó su descanso de lado por un rato para participar este viernes de la marcha junto a su hija, de 16. “Ella quería participar y la acompañé. Yo no soy un gran defensor del medioambiente, pero mi hija sí. Me enseña siempre. Quiere ser bióloga marina de grande, así que imaginate”, cuenta Mario.
Mar del Plata no es una ciudad ajena a la organización y el reclamo en las calles. Desde la histórica ‘caravana 15 de enero’, que recuerda a la lucha por el acceso al suelo de las personas en situación de calle del 2009, donde una histórica protesta consiguió la cesión de terrenos para 41 familias, hasta las marchas de diferentes movimientos que, en 2018, terminaron condenando a un violento grupo de neonazis a prisión.
Hoy, la lucha, es en tierra para defender el mar.