A casi tres años del femicidio de Natalia Saban (16) en San Martín, el responsable Matías Agustin Cano se encuentra prófugo de la justicia desde el día de los hechos, el 8 de diciembre de 2019. Complicidad policial, la justicia que no avanza y la desidia del Estado. En un nuevo 3 de junio, todo Villa Hidalgo se movilizó hacia el espacio de mujeres del Municipio para recordarla y seguir exigiendo a la justicia que se encuentre al responsable. “Hoy marchamos por Nati, pero también por todas las que salimos y corremos el riesgo de no volver”, expresó Malvina, mamá de Natalia. 

Por Delfina Pedelacq

Villa Hidalgo es uno de los últimos barrios en el municipio bonaerense de San Martín, lindero a San Isidro, entre el camino del Buen Ayre y la Ruta 8: conserva las estructuras de muchos de los barrios populares del municipio. Calles todavía de tierra, asfalto en algunas calles principales y casas bajas con ladrillos al descubierto. 

El 8 de diciembre de 2019 Natalia Saban se encontraba en la casa de su novio, Matias Agustin Cano, a solo dos cuadras de su casa en la calle Zorzal e Ingeniero Huergo. Por la noche la familia se enteró que a Nati le habían dado un disparo en la cabeza. Ella fue trasladada al hospital de San Isidro donde estuvo internada en grave estado dos días, hasta que falleció.

Las primeras declaraciones, tanto de Matias Cano como de su padre, Alejandro Pavón, apuntaban que había sido un accidente cuando al hermanastro de Matías, un menor de 10 años, se le “escapó” un disparo mientras jugaba con un arma. Estas declaraciones fueron desmentidas tanto por los médicos que la atendieron en un principio como por los forenses, cuando las pericias indicaron que, por la trayectoria de la bala, era imposible que haya sido un accidente ya que en el momento del disparo, el arma se encontraba apoyada en la cabeza de Nati. Para ese entonces, Matías y su padre ya estaban prófugos y la casa donde ocurrieron los hechos, vacía.

Fotos: El Zorzal Diario.

Malvina, la mamá de Nati, cuenta que, casi tres años después, la justicia no avanza y que Alejando Pavón, quien habría proporcionado el arma, volvió al barrio: estuvo detenido 15 días hasta que lo liberaron por afirmar que él no había estado en el lugar de los hechos. El abogado que representa a la familia de Natalia está tramitando las medidas para que Pavón no se acerque a la casa, pero hay un detalle: viven a tan solo una calle de distancia. 

El juez que lleva adelante la causa dice que es necesario que Matias Cano aparezca para que pueda dar su declaración de lo sucedido esa noche, y que comience el proceso judicial, pero todavía no aparece. “Quiero que llegue el momento en el que Matias esté preso para saber la verdad”, expresó Malvina. 

El velorio de Nati fue en su casa, un día de tormenta de diciembre de 2019. La lluvia torrencial se mezclaba entre las lágrimas de todo un barrio que la vio crecer y se movilizó para despedirla. Dolor mezclado con rabia. Nati participaba del grupo de danza del centro comunitario “La Colmena”, donde también funciona un jardín de infantes donde Natalia iba cuando era más chica. “Bailando te recordaremos, y en cada paso que demos tu sonrisa brillará”, dice la bandera que sus amigas llevan en alto. Sus compañeras recordaron aquella muestra de fin de año donde, con un vestido blanco, Natalia deslumbró con su danza a todo el barrio. “Le gustaba bailar, cantar y lo hacía muy bien”, dice una de sus amigas.

Fotos: El Zorzal Diario.

En un nuevo aniversario del 3 de junio, la familia y las organizaciones del barrio se movilizaron desde la casa de Nati hasta el “espacio de mujeres” municipal de José León Suarez. Las amigas de Natalia repartieron volantes con su cara durante todo el trayecto, que se extendió casi dos horas y más de veinte cuadras. 

Quienes acompañan este caso refuerzan que es importante apuntar a la complicidad policial: ¿cómo puede estar desaparecido el acusado durante casi tres años? Según las amigas de Nati, “nadie lo está buscando”. 

Natalia Saban se sumó a un sin fin de nombres de mujeres víctimas de femicidios en San Martín. Como un ritual, las organizaciones del distrito, junto a las familias, inmortalizan a todas sus víctimas con murales en las calles para que sus rostros no se olviden. Sobre la calle Zorzal y Cisneros está la cara de Nati, con su gorro violeta, los ojos achinados y una sonrisa en toda la cara. Pintada el 8 de marzo de 2020. 

Otra vez, la justicia es lenta, la policía cómplice y el Estado, responsable.

Fotos: El Zorzal Diario.