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Durante todo este año María Galindo llevó la radio a donde hacia falta: fiscalías, juzgados, dependencias estatales, acompañando reclamos concretos que transmitió en directo por Radio Deseo. Se escucharon así las respuestas de la burocracia, los pedidos de las víctimas, los balbuceos del poder. Ese mix de diferentes lenguajes y canales puestos al servicio de la sociedad de a pie es lo que Galindo define como «radio documental» un formato que creó y que en este artículo define con teoría parida por la práctica. Los ejes: lo puede hacer cualquiera, pasar del discurso al acto, de víctimas a protagonistas, e ir a contracorriente de la noticia.

Por María Galindo

Escribo estas líneas para dejar claro el pensamiento que hay detrás de  la frase “Mi garganta es un órgano sexual”. Muchxs pensarán que me lanzo a invadir las instituciones con instinto y sin pensamiento. Y sí, hay mucho instinto en lo que hago, pero también hay una propuesta teórica atrevida.

¿Que es una etnografía?

Una etnografía es una descripción/observación detallada del comportamiento, las costumbres, los usos y los hábitos de una colectividad. L@s antropolog@s nos han acostumbrado hasta el aburrimiento a sendas etnografías de los llamados pueblos indígenas llevando la observación muchas veces al detalle morboso, al acto de poder sobre “el observado” convirtiendo la observación en un acto de humillación académico premiado con títulos doctorales y la continuidad histórica del derecho de observar describir y definir a l@s de abajo.

No hay etnografías sobre las oligarquías, las clases medias o l@s intelectuales no por casualidad, como bien dice Rita Segato, porque “el poder” no es observable.

Desde mi trabajo radial realizo, de forma ilusa, una etnografía del Estado; lo que estoy pretendiendo es cambiar el sentido de la mirada.

En vez de presentarme como solicitante ante el Estado, me presento como observadora y me tomo el derecho de describir su comportamiento, su distribución del espacio, del tiempo y de cada minúsculo detalle. Es eso lo que irrita a funcionari@s.

Esconden y custodian su “intimidad” estatal como si de un tesoro se tratara. Destaparla es políticamente subversivo, comunicacionalmente divertido y original. Esa es la verdadera desnudez del rey de la que nos hablaba el legendario cuento infantil.

Es una inversión del derecho de mirar porque nunca nos hemos permitido observar a quien tiene el derecho de vigilarnos, calificarnos, criminalizarnos.

No se trata de actos heroicos, no se trata de actos redentores, no se trata de grandes denuncias de corrupción. Lo que hago es una descripción burlesca del cotidiano de la burocracia; eso hace de la trama comunicacional que vengo desplegando algo tan emocionante, tan divertido, tan digno de ser mirado, algo tan novelesco y siempre novedoso aunque la fórmula se repita de sitio en sitio. Eso hace que tenga audiencia en cualquier parte de Bolivia y fuera del país también aunque lo que esté describiendo sea simplemente local y anecdótico.

María Galindo.

Lo puede hacer cualquiera

Me gusta mucho cuando me critican diciendo que lo que hago lo puede hacer cualquiera, porque yo soy la primera en afirmarlo. He encendido una honda contagiosa, no como ejemplo a seguir, sino como imagen contrahipnótica que despierta, inspira y provoca.

Pasar del discurso al acto

El gran desfile de desgracias que representan los medios de comunicación revertido en una suerte de intervención que pasa del discurso correcto al acto es otro de los componentes fundamentales de mi trabajo. No se trata de hablar sobre las grandes fórmulas de solución desde un cómodo sillón delante de un micrófono y resguardada por paredes. El riesgo de ir a los hechos y llevar esa desagracia a las puertas mismas del estado para buscar una solución minúscula más pequeña que la cabeza de un alfiler es otra de las fascinaciones sociales.

Se trata de una etnografía que no es oficiosa, sino que se despliega a partir de un hecho concreto, simple, pequeño que tod@s podemos entender o hemos experimentado eso convierte cada situación en un escenario de empatía donde el público se va a identificar masivamente con la persona afectada. Reestablecer reconstruir abrir y seguir abriendo empatías sociales es además una forma de tejer vínculos invisibles que nos reconvierten en colectividad y eso a partir de las mujeres por ejemplo, de las personas enfermas por ejemplo, de las personas desvalorizadas por ejemplo es socialmente sano y también subversivo. Subversivo porque todos los días nos entrenan en identificarnos con el fuerte, el ganador, el exitoso, en un proceso de identificación neurótico y toxico.

De víctimas a protagonistas

Un país acostumbrado a que l@s protagonistas centrales de la vida social son masculinos, básicamente políticos o sujetos masivos. Un país acostumbrado a que si de mujeres se trata no hay nada interesante, sino verlas como ese segmento que debe pagar con todo tipo de sacrificios su existencia. Personajes reducidos a la victimización sin dignidad. En un país sujeto a esa rutina comunicacional proponer como protagonista no victimizada a una persona concreta las más de las veces mujeres con historias propias, con capacidad de explicar su problema y su exigencia en primera persona ha sido también subversivo. Ha sido inspirador e interesante para el país entero.

Ir a contracorriente de la noticia

La noticia no es un hecho, sino una construcción mediática donde hay hilos de poder que deciden lo que es más importante de lo que es menos importante, lo que es digno de verse como noticia y lo que no. Hace rato que ahí hay una crisis profunda en los medios dedicados a la pelea mezquina cansadora y de puras declaraciones donde lo que llaman noticia es muchas veces una simple declaración de un diputado que sale a la puerta del parlamento a declarar lo que se le ocurre. Ir a contracorriente y generar desde donde ningún medio estaba mirando no solo noticia, debate sino sentido de mirada renovadora de la sociedad ha sido también una constante de este programa.

Radio Documental

Mi programa tampoco encaja en los géneros existentes por lo que para inventar algo nuevo he tenido que inventar el marco conceptual donde se desarrolla.

No hay edición, no hay maquillaje, no hay corrección y eso le da esa dosis de veracidad que hoy ha perdido hasta el sabor mismo de la comida. La gente sabe que lo que está mirando es lo que está sucediendo en ese momento.

MI GARGANTA ES UN ÓRGANO SEXUAL

Cómo es posible que el programa radial más popular, más convocante de la radiodifusión en Bolivia tenga un nombre difícil, extraño y atrevido. La gente suele nombrar mi programa como Radio Documental aludiendo al género al que pertenece. El nombre les resulta quizás irrepetible. Les cuento de donde sale. La primera película pornográfica se llamaba “Garganta Profunda”; este nombre hacía alusión a la felación como forma suprema erótico/pornográfica.

El órgano que más uso en mi programa es la garganta al punto que la voz se me ha roto muchas veces este año y la presión que siento en la garganta la convierte en el centro de la tensión comunicacional. He decidido dialogar con el título de la película pornográfica porque el atrevimiento es el signo principal de mi trabajo. No me interesa la complacencia, ni siquiera con el público.

Hay una corriente de pensamiento dentro los feminismos que se llama post porno que es una forma de interpelación del porno y su mensaje falopatriarcal usando sus propias herramientas, es eso exactamente lo que hago. Mi garganta es un órgano sexual por el grito placentero y desbordado de libertad y de dignidad que representa mi quehacer comunicacional.

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