El proyecto periodístico que nació en las calles, desde la resistencia para alzar la voz de las barriadas, cumple 20 años. La Pulseada, ese sueño del padre Cajade, se reinventó tantas veces como este país: primero salió en papel, después se sumó un programa de radio y una página web. Hoy apuestan a mantener viva esa trinchera contra la desigualdad.

“Quiero que los pibes de los barrios sean felices”. Eso le dijo el Padre Carlos Cajade al grupito que caminaba junto a él en la Marcha Nacional de los Chicos del Pueblo en 2001. Esa fue la semilla que motivó a un grupo de periodistas y comunicadores para fundar, junto a Cajade, La Pulseada. Pasaron 20 años de aquellas primeras noches sin dormir, tratando de que nada quede afuera, de escuchar cada voz y transformarla en letra impresa.

Así fue que en abril de 2002, salió a la calle la primera Pulseada, a todo color: “Es una locura sacar una revista en este momento”. La advertencia la hicieron, con cariño, varios amigos. Una revista porque necesitamos pensarnos como sociedad y porque, para construir una nueva política, las cacerolas no alcanzan. Y también porque debemos estar alertas: en las crisis, los autoritarismos buscan su oportunidad. Y también porque queremos reírnos y hablarles de la esperanza”, decía el número inaugural. Allí, Carlitos Cajade aclaraba en la editorial de apertura cuál era el fin primordial: “Que la revista ayude al gran debate de si el mundo es para todos o, como dicen muchos, no más que para unos cuantos. Esta es La Pulseada”.

La idea original fue encarar una publicación periodística de calidad donde las personas de los barrios hablen de sus problemas, narren sus historias, para que otres dejen de hablar por elles. Eso dicen quienes pasaron por la revista y coinciden quienes continúan con el proyecto.

En 2002, el contexto era otro. Habían pasado pocos meses del estallido social de 2001, las calles ardían en rabia y asambleas populares, había hambre en las barriadas y los medios de comunicación le daban más lugar al Riesgo País que a las panzas vacías. “El planteo era ese: había que dar la pelea en los medios. Por eso el cura propuso hacer una revista de calidad periodística y que salga en papel. “El planteo que se hizo era sencillo: teníamos que dejar de quejarnos de cómo hablaban de los barrios en los medios y dar la pelea desde adentro. El sueño era dejar de escuchar el relato de arriba y ofrecer un espacio para que los sectores más postergados, los olvidados de siempre, se cuenten así mismos. Esa idea sigue tan vigente como el primer día”, cuenta Pablo Spinelli, quién vivió de cerca los primeros pasos y hoy es parte de la revista.

“Pasaron 20 años y todo sigue tan vigente. El objetivo que originó La Pulseada, pero también las desigualdades en los barrios. El contexto de crisis, con números de pobreza y desempleo tremendos y chicos infelices es tan alarmante como hace 20 años atrás. Esas situaciones siguen, y los primeros perjudicados son los niños. Por eso tenemos el desafío de seguir, para seguir contando lo que pasa”, dice Pablo.

“La Pulseada es el potrero de donde salen muchas personas valiosas. Para cualquiera que haga periodismo en La Plata, La Pulseada es una referencia. Es un espacio de mucha libertad para trabajar sin límites y con gente generosa, de la cual aprendés todo el tiempo. Es un laburo muy militante, por los temas y porque todo es a pulmón, no vivimos de este trabajo y hay que ponerle mucho, pero todo lo que te da este espacio salda el esfuerzo”, explica Soledad Vampa, quien se fue sumando de a poco. Primero proponía sumarios y hacía las notas que aceptaban, después fue convocada por Josefina, la secretaria de redacción de ese entonces, y se fue involucrando cada vez más. Actualmente integra el equipo de dirección con Pablo Spinelli y Francisco Martínez.

El 2020 encontró al colectivo en “una crisis distinta”. Así definen al momento donde redujeron la cantidad de páginas de la revista. No sabían que ese sería el último número impreso. Después vino la pandemia, cerró la imprenta con la cual trabajaban y los números no daban para continuar. Pero lejos de bajar los brazos, fortalecieron el portal web. “La crisis nos obligó a adaptarnos a un modo de comunicación al que no estábamos acostumbrados: lo digital. Hace dos años que ese es el canal de llegada a nuestros lectores. Ahora tenemos pensado sacar un número impreso por el aniversario, pero todavía lo estamos evaluando”, adelanta Pablo.

La Pulseada hace periodismo con los pies en el barro, lejos de las luces que encandilan en los estudios de televisión y las redacciones pomposas de los medios hegemónicos, La Pulseada hace periodismo. Sostiene una forma de ejercer el oficio que implica ese compromiso con la lucha por una sociedad más justa e igualitaria. ¿Por qué seguir? “Mientras las desigualdades sigan tan vigentes, mientras haya niños y niños infelices, como dice nuestro querido padre Cajade, La Pulseada va seguir narrando la vida en los barrios populares”, se entusiasma Pablo, dando fe de que 20 años no es nada para les que luchan por un mundo mejor. ¡Felicidades, compañeres, que hay pulseada para rato!